
La etiqueta energética es una herramienta informativa al servicio de los compradores de aparatos consumidores de electricidad que nos permite conocer de forma rápida la eficiencia energética de un electrodoméstico de los obligados a llevarla.
Incluye los datos sobre consumo y eficiencia que aportan los fabricantes con arreglo a la normativa que las regula y los distribuidores tienen que exhibirlas en cada electrodoméstico puesto a la venta.
La etiqueta energética
La etiqueta tiene que exhibirse en frigoríficos y congeladores, lavadoras, lavavajillas, secadoras, lavadoras-secadoras, fuentes de luz domésticas, hornos eléctricos y aires acondicionados. Además, desde septiembre del 2014, las aspiradoras también disponen de la etiqueta energética.
Los elementos básicos de la etiqueta, que la hacen fácilmente reconocible, incluyen la escala de clasificación con siete clases energéticas. Los colores van del verde oscuro al rojo. Se pueden añadir hasta tres clases adicionales, A+, A++ y A+++, a la primera escala de clasificación desde A hasta G.
A la hora de comprar un electrodoméstico nuevo, el comprar uno de clase A o F puede tener importantes consecuencias en el medioambiente. A la larga, un electrodoméstico de eficiencia energética A consumirá mucha menos luz y agua que uno de clase F.
Interpretación de la etiqueta energética
Existen 7 clases de eficiencia, identificadas por un código de colores y letras que van desde el color verde y la letra A para los equipos más eficientes, hasta el color rojo y la letra G para los menos eficientes. Un electrodoméstico con una etiqueta energética de la clase A es más caro a priori que uno con la letra G, pero a lo largo del tiempo consume y contamina mucho menos.
La etiqueta tiene además, dentro de cada clase tres niveles (A+, A++ y A+++), y deberá formar parte de cualquier anuncio o publicidad de electrodomésticos en los que se ofrezcan datos sobre la energía que consumen o su precio.
Los fabricantes están obligados a indicar el consumo energético anual en una escala de colores y letras. En el caso de algunos productos, la etiqueta también indicará el consumo de agua y el nivel de ruido y de calor.
El número máximo de clases será siempre de siete, de tal manera que si un nuevo producto que utiliza menos energía se clasifica como A+, la clase menos eficiente será la F (y no la G), y así sucesivamente (a un nuevo producto de clase A++ le corresponderá la clase E como la menos eficiente y a uno A+++ le corresponderá la clase D).
La Comisión Europea (CE) será la encargada de determinar las clases energéticas de los productos etiquetados, como calentadores de agua, televisiones, cadenas de alta definición o consolas de videojuegos.